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lunes, abril 20, 2015

Reforma Laboral con Síndrome de Asperger

El síndrome de Asperger es un trastorno que afecta a algunos niños. Sus síntomas son, entre otros, un aparente comportamiento normal acompañado con dificultades para comunicarse y relacionarse con los demás.

Y eso, lamentablemente, es lo que estamos presenciado en el país. Hay un distanciamiento en la apreciación sobre el contenido de la Reforma Laboral. Estamos presenciando una “abismante diferencia” (en palabras de O.G. Garretón) entre lo que piensan los gremios empresariales, las agrupaciones de emprendedores incluyendo las Pymes, el comercio, la construcción, y lo que piensa la autoridad gubernamental. Se difunde un vídeo con los perjuicios que tendría esta reforma, y la Ministra hace un llamado a tener alturas de miras. En fin, estamos en un garlito comunicacional, un Síndrome de Asperger social.

Se está rompiendo la comunicación entre unos y otros, y eso es grave. Luego, es fundamental cimentar un diálogo tripartito (trabajadores, empresarios y gobierno) sobre algunos temas, a mi juicio, cruciales que hay que resguardar.

Lo primero es el crecimiento económico. La herramienta por antonomasia del bienestar de la gente es el mayor crecimiento. Lo segundo es la calidad del empleo. El sistema de mutualidades de empleadores (tiene cuatro millones setecientos mil trabajadores adheridos) cuenta con un excelente termómetro para medirlo: los trabajadores con contrato, aquellos adheridos a la Ley de accidentes del trabajo. Del 2012 al 2013, el número de trabajadores adheridos a las mutualidades creció un 5%, menos que el período 2011- 2012. Pero bajo a un 2% su crecimiento en el período 2013-2014, el primer año del Gobierno de Michelle Bachelet. Probablemente este año se mantenga igual, o sea levemente superior.


Esto está directamente indexado al crecimiento económico. Lo óptimo es tener tasas de crecimiento de 5 o 6% por año en el número de trabajadores protegidos, porque es una buena señal de mayor formalidad en el empleo. Si lo anterior no sucede, el gran perjudicado es el trabajador y su familia. Luego, hay que retomar el diálogo y buscar puntos de acuerdo.

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